viernes, 7 de julio de 2017

Quejas

Llevo años conociéndote, aprendiendo cada nuevo día un poco más sobre ti, podría arriesgarme a decir que somos como la misma persona, es lo que me haces sentir, y me agrada, demasiado para ser una realidad. Nos hemos complementado el uno al otro desde que tengo memoria, siempre me has visto mal cuando no hago bien las cosas, nunca paras de mirarme mal cuando estoy haciéndolas, te metes en mi cabeza de tal manera en que no puedo disfrutar de la poca maldad que produce mi existencia; tú más que nadie debería saber qué provoca todo ese asunto de abstenerse cuando lo que necesitamos es simplemente explotar, sólo eso... Pero tú no, tu no necesitas eso, sólo velas por el bien de todos los demás y, por sobre todo, tu maldito ego, sólo eso te importa. Es como el cigarrillo para ti, un vicio, el nunca dejar que realmente conozcan a la bestia que llevas dentro, a la «cosa» que me hace pensar que ni siquiera vale la pena mencionar que podrías llegar a ser humano.

Te he traicionado, sin embargo, no espero que lo entiendas, ni mucho menos me disculparé por lo que creo correcto. Espero que te pudras donde necesites, y donde no también. Hubiera sido mejor mutilarte, pedazo a pedazo, cuidadosamente para no terminar con tu vida mientras te enseño un poco de respeto. Espero nunca puedas perdonarme, que guardes ese rencor que estás desarrollando por mi en éste momento y te lo tragues, así como todas las mentiras que alguna vez fueron verdad.

Ya basta de juegos, no puedes esconderte de quien una vez fue tu base secreta, sé todas tus operaciones, romperé cualquier estrategia que tengas y mandaré el doble de caballería para que aprendas, de una vez por todas, el significado de tu existencia.

Hasta que no logres encontrarle sentido, estaré contigo, apoyándote, es lo único que puedo hacer, y ése será tu castigo.