miércoles, 6 de julio de 2016

Tras esta lluvia.

Amor mío:
                ¿Cómo estará usted sintiendo esta lluvia? No hablo de si siente que es mucha, que cae muy rápido o si se siente temeroso por los relámpagos, ni si le molesta porque no lo deja salir. Me refiero a si la siente tan sola como yo, tan melancólica, tan fría, tan húmeda, tan vacía y tan carente de sentido, como la encuentro yo.

                ¿Habrá sido una de estas lluvias que lo hizo pensar, ha sido ella que le ha dicho que me deje de amar? Quizá fue un día soleado, en el que se levantó y se dio cuenta que ya no. No tengo el poder para saberlo, pero de algo estoy segura; usted se ha ido para siempre y no me llevó consigo, no, no físicamente la verdad, usted tenía todo de mí, mi alma, mi amor, mi preocupación, mi entrega, mi deseo y mi paz.

                Ahora he quedado seca, nada sobró, nada se escondió en un cajón para evitar que usted se lo llevara, estaba tan completamente entregada, que cuando se fue, quedó todo ahí. Y pensaba que bromeaba cuando le decía que se llevaría mi ser. Aprenda a escuchar, cielo mío, porque cuando digo algo, lo mínimo que tengo es la razón.

                Siempre supe lo peligroso que era este asunto, pero cariño mío ¿De eso no se trata el amor? De dejar el arma homicida en manos de la persona que ni la necesita, porque una sola frase suya basta para dejarte caer desplomada al piso. “Ya no siento lo mismo por ti, lo siento por no decirlo antes”. Esta lluvia no se compara en nada a la tormenta que dentro de mí se desató al final de esa frase. “Hay alguien más” Truenos, y relámpagos sonaron en mi estómago e internamente lloré océanos, no sabía que más hacer.

                ¡Pero, por un demonio! ¿Qué rayos puedo hacer cuando usted siente todo lo contrario a lo que yo siento? Cuando yo sí lo amo a morir y no estaba dispuesta a dejar lo mejor que tenía. Que molesto, que molesto es usarte a ti misma para reparar a alguien y que no te deje terminar, se vaya, pero se lleve tus piezas. Que desgracia, que desgracia fue darle lo mejor de mí y que usted no lo encontrase suficiente. Encontrarse que es más de lo que puede manejar, y rendirse tan fácil.

                ¿Qué hay mejor para una depresión, que un buen cigarro y la melancolía de la lluvia? El cielo se enteró de todo y quiso combinar conmigo, muy amable de su parte. Me pregunto si está usted viendo al cielo, melancólico como yo; si está vestido de negro para que combinara con su alma y su amargura. Aunque lo dudo mucho, la tristeza fue siempre más lo mío que suyo.

2 comentarios:

  1. Que opaco y turbio suena ese cálamo; que desasosiego a de sobrecoger a la musa que lo controla.

    ResponderEliminar

Comenta de una manera eficaz y sana.