domingo, 4 de diciembre de 2016

Si usted me permite.

   Sígueme, dejaré la puerta entreabierta por si quieres colarte a buscar lo que poseo y, que por derecho es tuyo. Sé valiente mujer, muéstrame lo que tienes y úsalo en mi contra. Haz que me postre ante ti por el manjar que se esconde tras esas bragas moradas. Déjame mojar tu espíritu, para recorrer tus perversos caminos, esos que te llevan a la gloria. Ven, despierta, deja de holgazanear y hazme el amor como solías prepararme el café por las mañanas, creo que está demás tener que explicarlo.

   Convénceme de una locura tras otra, olvidemos el descanso y vayamos tras la iluminación que se esconde tras el roce de nuestros cuerpos. Sé mi pasión, sé mi ternura, sé mi locura y por último, pero no menos importante, sé tú misma, porque quiero recibir tus gemidos en la mañana así como cuando los pájaros cantan. Permíteme introducirme en tu vida, la transformaré tanto que ni tus padres podrán reconocerte de lo feliz que serás.

   Si usted me concede éste baile, le prometo no pisar sus pies, sin embargo, reventaré su pelvis en el desenfreno de ésta música clásica.

   Si usted me otorga el lujo de sentarme a su lado, le juro lealtad como el caballero que soy de día, y por las noches, mi lealtad penetrará su placer.

   Quizás usted piense que soy vulgar o algún hombre atrevido que sólo busca alborotar las faldas que se atraviesan por su camino, cosa a las que sólo puedo contestar:

   Señorita, si usted lo desea, le entregaré mi corazón, mi alma y, todo mi ser; úseme como esclavo si lo necesita, no me importará ya que sólo vivo por y para usted.

   Si usted me permite, quisiera ofrecerle algo más. Aunque sé que no puedo bajarle las estrellas, desearía poder Enseñárselas , si usted me permite, le cubriré los ojos con ésta venda y la llevaré al rincón más oscuro de nuestro castillo, entonces ahí, es donde las verá junto a mí; al principio sentirá una enorme presión, sin embargo, no debe preocuparse, luego de unos cuantos minutos se acostumbrará y podrá abrir los ojos y gritar tanto como lo permitan sus gemidos.

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