domingo, 1 de abril de 2018

Bendita Maldición

Al escribir sobre ti rara vez sé cómo describirte. Reconozco que sea cual sea la situación, estarás ahí, esté o no en compañía, sigues allí, acechándome como una sombra. Un día llegaste a mí y, sin previo aviso te instalaste en mi corazón, entraste sin pedir permiso, como si fuera tu propiedad.

Al principio pensé que sería temporal, supuse que serias mi inquilina por poco tiempo, sin embargo, los papeles de la obra han cambiado, ahora vivo bajo tus reglas. Como invasora te apoderaste de todo lo que era mío. Cambiaste tantas cosas de mí que a veces ni me reconozco pero, puedo decir que tu estadía en mi vida no ha sido negativa del todo, he aprendido muchas cosas, sobre todo de mí mismo. Me has hecho descubrir facetas de mí que ni conocía, por eso ahora mismo no sé qué eres tú «Soledad», si mi maldición o mi bendición.

Me has hecho sentirme solo en compañía, me has vuelto más callado, pensativo, me has hecho recordar, me has vuelto melancólico, gracias a ti conocí la verdadera tristeza, pero, a pesar de todo, me hiciste escribir, me diste otra forma de expresar mis sentimientos e ideas, despertaste este don que yacía dormido en mi interior, y te agradezco de todo corazón.

Después de todo sólo me quedó un dilema y la confusión de cómo nombrarte, pensé tanto tiempo y decidí llamarte mi “Bendita Maldición”; ya que fui bendito con este don pero tu maldita esencia me consume. A menudo siento como si te hubieras ido pero, me doy cuenta que no es así, conociendo lo experta que eres con el camuflaje y lo perseverante cuando quieres algo, sólo me toca esperar en el sillón vacío a que algún día te aburras de mí.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta de una manera eficaz y sana.