martes, 3 de noviembre de 2015

No tengo la menor idea.

He seguido un camino. En eso podemos concordar muchas personas, deberíamos tener eso en común, aún si se han quedado a la deriva en algún sitio o pensamiento. A pesar de no ser iguales en todo, tenemos muchas semejanzas de las cuales podemos empezar una amigable charla. Sería extrañamente agradable llegar a un lugar y decirle a la primera persona que te parezca interesante: «—ey, ¿qué tal está el aire que respiras hoy?». Sin embargo, eso nunca me pasará, en el nunca jamás de los jamases nunca, es demasiado tierno e incompatible con las mierdas de personas que llegamos a ser, aunque sólo en ocasiones, cuando las situaciones sobrepasan nuestras personalidades cálidas, transformándonos de un oso de peluche a uno de verdad con mal aliento y lleno de baba. 

No hay trucos, guías o pasajes secretos a la felicidad. No permitas, en ninguna circunstancia, ni la más remota posibilidad de que alguien te haga feliz. Aunque esto es cosa de cada quién, no deberíamos colocar nuestra felicidad en alguien, (Los padres pueden inhibir éstas reglas, si quieren llamar reglas a lo que es un consejo).

— ¿Por qué no deberíamos poner nuestra felicidad en manos ajenas? —preguntó el indeseable de la clase.

Quizá merezcamos un poco de sufrimiento, sin embargo, si llegaras a colocar una señal de que existe un barranco al final de la vía y nadie le hace caso, la sangre no salpicará en tus manos, y en vez de sentir alegría por tener la razón, sentirás vergüenza ajena. 

Haré como si tuviera un detonador en mis manos, éste dichoso aparatejo tiene dos botones; sí, es simple. Enseñaré las cartas que llevo bajo la manga y les diré que un botón los hará felices, no hay razones ni motivos para sentirse felices, lo son porque yo quiero que sean felices, y ya. Pero, aún hay otro botón... no los pondrá a bailar o a hacer cualquier clase de locuras. Éste botón, se enlazará a su lado triste, y cada vez que me de la maldita gana de que sufran, sin motivo aparente, lo presionaré. Así conocerán el poder, porque nadie nace con el poder, (Aquí es cuando piensan en que los hijos de los reyes sí nacen con poder, pero no). El poder es algo curioso, como la mayoría de las cosas que los seres humanos han inventado, (Me incluiría, pero no soy más que un peso para la sociedad, y realmente no me importa). El poder es eso que otorgamos a alguien, y si alguien nos inculca eso, también cuenta; cuando hacemos esto, no exponemos a innumerables actos banales hacia nosotros, (Véase que ese "innumerable" se usa cuando no sabes sobre la capacidad de las personas). 

Yo nunca podría dar consejos sobre «cómo vivir la vida», tampoco de «cómo perderla». Sin embargo, puedo mostrar por medio de palabras, la persona en la que me he convertido; ya sea por las situaciones que han podido repercutir en mí, o las acciones que he tomado en determinado momento.

En un resumen general, todo se convierte en amor, y como amor es vivir, (A según el diccionario mental de Francisco). Entonces, deberíamos dejar de obviar esas palabras en nuestra mente y hacerles caso, por algo están ahí, para ser ignoradas y hacer los que nos dé la gana.

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