sábado, 2 de enero de 2016

Te he perdido.

Te he perdido, es la realidad. En éste «problema», hay un único culpable, y esa, eres tú. Caí en tu regazo como pájaro herido, buscando consolación donde sólo había amor. Quiero decirte algo muy importante, no te lo vayas a tomar a mal, pero… Aún te amo.

Es un poco retorcido de mi parte hacerte esto, quererte, amarte, odiarte, jugar con tus sentimientos de cristal; aunque lo peor de todo no es hacerlo, sino querer abrazarte cuando sé que te estoy haciendo mal. Estos benditos sentimientos que arden en mi pecho, estas malditas ganas de besarte cada vez que dices una tontería, —Assh, ¡maldición!—, todo se ha esfumado por tu bien, sólo por ti, por eso es tu culpa. 

No he podido dejar de pensar en ti, me acuesto con destellos en la mente de nuestros momentos apasionantes, y he de decir que aún, me excitan; sin intención, los revivo con lujo de detalles, pero cuando la tengo, llegamos a tirar todo al garete y destrozamos nuestros cuerpos en armonía con un toque de desesperación.

No puedes ni imaginar la manera en la que te extraño, rozar tus mejillas con mis curiosos dedos y morder tu cuello para ver tu pasión incesante. Todo esto, es un recuerdo macabro de mi mente, porque no hay cosa que me duela tanto como lo es tu ausencia. Pero, como ya lo he dicho, es por tu bien y, por eso es que no puedo dejar que mis dedos se derritan en el ardor de tu cuerpo, volvería a caer en tu juego amoroso, y yo sólo quiero un juego que dure por siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta de una manera eficaz y sana.