lunes, 25 de enero de 2016

¿Y si decido entregarte mi alma?

Quiero verte... te extraño. Me cansé de ocultarme en las tinieblas, deseo que me agarres de la mano y paseemos por ese camino de estrellas del que tanto me has hablado. Odio vivir sin ti. No sé cómo he podido vivir todo este tiempo solo, pero sin duda, es mejor contigo; déjame leerte la letra pequeña de éste contrato… sé vivir sin ti, sin embargo, no cambia el hecho de que me destrozarás el corazón si te marchas algún día.

Me encanta el haberte conocido, no fue como en las películas, aunque es mi parte favorita, porque las películas deben llegar a un final, y no digo que esto sea para siempre, ya que es una palabra demasiado grande para que nuestras bocas las pronuncien sin equivocación; Oscar Wilde escribió: “La diferencia entre un capricho y una pasión eterna, es que el capricho dura un poco más”, cosa que me hace pensar con demasía y me expulsa de la realidad, haciéndome creer que si no digo nunca éstas palabras, siempre estarás conmigo… pero, si llego a decir que ésta desbordada pasión que tenemos será para siempre, por los siglos de los siglos, temo perderte por el tiempo que antes he dicho.

Quiero tenerte a mi lado, aunque tenga que cambiar drásticamente mi manera de vivir, mudarme lejos y empezar desde los cimientos… pero, está vez será contigo. No me importaría arriesgarlo todo, porque cuando muera no me llevaré nada más que tu amor; todas esas decisiones tomadas se quedarán en el aire, y flotarán hasta un día caer en el vacío del olvido, pero, sin niebla que pueda hacerme dudar en medio del camino, todas esas cosas que hice por ti, y más que eso, por nosotros… la recordarás siempre, y en esos instantes llenos de recuerdos, me amarás una vez más, por el ayer, por el hoy y por el mañana.

Todos esos besos que anhelamos por años, esos abrazos que complementaron mi existir, esa mirada tan… devastadora, llena de una intriga furiosa buscando ese «algo» que no se les ha perdido, pero que saben encontrar.

Unos ojazos café me lanzaron una de esas miradas que te roban el alma, la besan y, cuando vienen a devolvértela, ya no vuelves a ser el mismo, porque simplemente, no la quieres de vuelta.

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