miércoles, 29 de julio de 2015

Aun así, me enamoré de ti.

Luces apagadas y un enorme camión de recuerdos es todo lo que quedaría en mi despedazado corazón; por supuesto que te amé con toda intensidad, sentía al calor de mi cuerpo robarse el frío del tuyo, amaba esa sensación como no te lo imaginas. 

De lo mucho que hemos recorrido juntos, lo que más extraño de ti es tu implacable olor; se apegó a mí como la espina de una rosa cuyo sentido existencial era hacerme daño, sin embargo, su hermosura me hacía caer en la tentación de acercarme más y golpearme con la torre en donde te protegías. 

Suelo ser interesado, pero no dañaré a nadie ni engañaré por ello, esa no era tu política, tenías que engancharme como cebo y tirarme al mar para ver si de algo te valía mi estadía en tu vida; llegaste a entender qué no era suficiente para ti, querías más y no podía costearme ese lujo.

Te fuiste lejos de mí, creo que es lo mejor que me ha pasado, me enteré años después cuando mi agonía casi acaba con lo que quedaba de mí; tengo tantas razones para odiarte que decidí dejarlo a un lado y empezar a entenderte. 

Las decisiones que ejerciste y con seguridad asumiste, me hicieron pensar qué a pesar de todo fuiste valiente, sin dejarte aplastar por los demás; mas no todos querían someterte sino caminar junto a ti, algo que yo deseaba más que la paz en este mundo. No me dejaste de otra que empezar a olvidarte, por eso escribo esto, no te necesito en mi mente ni en mi vida, pero aún así, aquí estás, torturándome.

Por una vez hazme un favor y, aléjate de mi mente, porque ya tienes suficiente espacio en mi corazón.

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