domingo, 5 de abril de 2015

La llama de mi alma.

Me encuentro en el centro del campus, una universidad enorme que une mentes y crea ilusiones acerca del futuro de sus vidas, donde muchos llegarán a ser grandes mientras otros terminan golpeando a su pareja con una botella en la mano. Era un día de esos calmados, brisa acogedora y de sol muy tenue, las nubes opacaban los rayos de sol que doraban la piel, o en muchos casos, la quemaban. Un sentimiento humano invadió mi ser que parecía no existir, por años buscaba lo que no se me había perdido, si no lo que me había dejado; una lagrima en el hombro y pelusas en los ojos que no me dejaban observar más allá de mis acciones inútiles, buscando amor donde sólo hubo confusión. Ella se acercó a mi, y sólo pude temblar ante su presencia; sonreí y aparté la vista ignorando lo que había pasado una vez por mi mente. Quizá me arrepentiría de no pronunciar las palabras que el corazón me gritaba que dijera, pero no pude ni tocar su piel con mi voz. Me saludó y sólo pude hacer de indiferente, tenía miedo, quería estar cerca pero a mi manera; soy un sol apagado, un sol frió y temía que un sol tan resplandeciente volviera a encender ésta diminuta y casi inexistente llama de pasión que arde en mi pecho. Quería estar ahí, disfrutando de su compañía, y sólo llegué a sentarme en aquel árbol, en medio del campus... ella con cuidado se sentó en el lado contrario del árbol, dándole la espalda y también a mi; sin embargo, la corteza de ese magnifico y esplendoroso árbol hizo llegar una corriente de emoción que ella me mandaba a través de todas las raíces y con todas sus fuerzas pudo escribir un mensaje de amor en mi interior.

Ahora siento algo quemando dentro de mí, creo que nunca se podrá apagar, hasta mi muerte.

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