domingo, 5 de abril de 2015

Ojos Grisáceos. [Capítulo IV]

----Capítulo IV “El despertar de Sarah”----


Llegado a este punto, en un pasadizo secreto oculto bajo una tapadera absurda, se encontraba Joshua buscando la entrada a la casa segura de Nicky Romano. Exhausto por todo el lío, camina los veintisiete pasos que aún tenía por delante.

—Sólo un poco más y podré sanar su herida. —dijo Joshua forzando un poco la voz.

Se escuchaba una gota al final del pasadizo, Joshua pisaba pocitos en el suelo, haciendo que se manchara su pantalón con agua estancada. A solo quince pasos él se queda mirando el bombillo que prendía de un cable balanceándose de un lado a otro ocultando la luz de vez en cuando al pasar detrás de un pilar relleno con hormigón que se hace parte de la pared. Joshua sacudió su cabeza un par de veces para recobrar conciencia de lo que hacía y ya solo le quedaban siete pasos.

Joshua: Mirando fijamente ese bombillo, recordé lo que un día dijo mi madre: “Aunque estés rodeado de oscuridad y sin ninguna salida para escapar, recuerda, pensando claramente puedes distinguir que hasta en el hoyo más profundo resuenan las palabras sinceras, y encontrarás la luz indicando tu camino hacia la verdad”. Su madre lo amaba demasiado.

— ¡Por fin llegué! —dijo Joshua al estar a solo dos pasos de tocar aquella puerta roja con un letrero desgastado.

Y ahí estaba la puerta roja, parecía que la perilla se iba a caer de solo tocarla. Decidió tocar la puerta para terminar con tantas cosas que le sucedieron en el transcurso de la noche. Debería descansar, quisiera recostarme un rato, pensó, pero su mente le recordó a Sarah, por un momento se odió a sí mismo: ¡Maldita sea!, ¿cómo puedes pensar en eso?, siguió Joshua en su mente. Fue entonces cuando Cole abrió la puerta para recibir a Joshua y al analizar la situación, reconoce rápidamente la herida que tiene Joshua en la pierna.

— ¡Joshua!, amigo, ¿estás bien? —Cole hace su aparición preocupado al ver la pierna herida de Joshua.

— ¡Estoy bien!, tranquilo, quiero que la ayudes a ella primero —respondió mirándole fijamente a los ojos. —Cuando Joshua tiene esa mirada, nadie puede convencerlo de hacer lo más sensato y él hace lo que quiere. —Por favor, déjame curarte primero, lo tuyo es más grave. —Cole trata de hacerle entrar en razón.

—¡¡Nicky, calla y haz tu trabajo!! —grita Joshua—, cúrala, me debes cientos de favores… ¿o es que no lo recuerdas? —Era la única manera en que cole reaccionaría a su gusto y aunque no le gustaba sacar los trapos sucios de las personas, ver a Sarah de esa manera lo exasperaba y haría todo para ayudarla.

—Está bien Josh, ¡lo haré!, pero en cuanto termine, necesito ver tu pierna. —Apacigua su voz para calmar a Joshua y así remover las malas vibraciones del ambiente.

Nick coge a Sarah y la lleva a una cama para tratarla, mientras que Joshua busca una silla para estar junto a ella. A pesar del mugriento pasadizo, la casa segura era sencillamente hermosa. Contaba con una sala de estar bastante costosa igual que todo lo demás, dos cuartos bien arreglados para cualquier emergencia, un baño con sus respectivos accesorios, una cocina que cualquier italiano la reconocería como parte de su hogar; también contaba con un sistema de entretenimiento y por supuesto, una habitación para atender cualquier herido con distintas máquinas de alta precisión usadas en el campo de la medicina, Tiene dos camas y es atendida por Cole como es de esperarse, todo un lujo de casa.

Sarah inconsciente, estaba acostada en la cama ubicada casi al frente de la puerta pero del otro lado de la pared. Joshua al conseguir la silla, se sentó a lado de la cama y dando la espalda a la puerta ignorando cualquier peligro al estar preocupado solo por ella.

— ¿Puedes apurarte? —replicó Joshua a Nick.

Era muy extraño para Nick ese momento, nunca le había tratado de tal manera. Nick saca el calzado y revisa a Sarah, analiza la situación de su esguince y nota que no es tan grave como lo hace parecer Joshua, aunque era de segundo grado. —El esguince es una lesión producida por una distensión de la cápsula articular y los ligamentos que rodean a la articulación del tobillo—. Manos a la obra, será sencillo, pensó Nick. Los siguientes pasos realizados por Nick fueron: Primero exploró cuidadosamente para descartar heridas en la piel, le colocó hielo durante veinte minutos, elevó el tobillo y le recomendó a Joshua llevarla luego al hospital para un chequeo completo.

—Vamos ahora contigo, Joshua. —dijo Nick.

—Ok, pero ¿lo puedes hacer aquí mismo? Es que no quiero apartarme de ella. —respondió Joshua y luego dirigió la mirada hacia Sarah.

— ¿Qué voy a hacer contigo? Bueno, está bien. —replicó Nick.

Nick saca el botiquín para curar la herida que llevaba su amigo mientras mantenían una charla.
—Oye Josh, ¿por qué me escondes que tienes novia?

Nick estaba intrigado por su comportamiento al estar junto a ella, Joshua se sonroja y emboza una sonrisa.

—No es lo que piensas Nick, apenas la conocí hoy, ni siquiera se su nombre. Una cosa llevó a la otra y estamos aquí.

—Bueno, te creeré, por un momento, porque debemos hablar de algo más importante. ¿Pudiste ver quien te seguía?

—No tengo la menor idea, quizás eran contratados por alguien, porque no los reconocí —respondió Joshua, pero no era muy común ese tipo de respuestas en su persona; él debía saberlo todo acerca de los criminales, pero ellos venían desde fuera y por eso no los identificó.

— ¿¡En serio no sabes!? ¿Quién sabrá si tú no lo haces? Bueno, ya los atraparemos. —Nick estaba atontado por la respuesta de Joshua— Bueno, ya terminé, estás casi como nuevo.

—Gracias Nick, ¿será que puedes dejarme un momento a solas con ella? —dice Joshua con un tono triste.

—Está bien amigo, estaré en la cocina por si me necesitas. —Estas fueron las últimas palabras que escucharía Joshua de uno de sus grandes amigos.

Nick al salir del cuarto se dirigió a la cocina, y casi al instante de sentarse en un banquillo empezó a sonar el teléfono. Solo se pudo escuchar esto de la conversación de Nick con algún extraño:

— ¿Aló?... buenas noches, ¿quién habla? —Buenas noches, ¿usted es Nick? —respondió el extraño.
—Sí, el habla. —Nick estaba un poco preocupado porque muy pocos tienen acceso a ese número telefónico y no reconocía la voz.

Pasaron cinco minutos hablando y casi al terminar de conversar se escuchó:

—Está bien, me haré cargo de ellos. —Con una voz llorosa pero decidida, acto seguido colgó la llamada con un “hasta pronto”.

Mientras tanto en la habitación médica, Joshua está concentrado totalmente en Sarah con sus instintos apagados, dejándolo indefenso ante cualquier peligro. Piensa todo acerca de Sarah, o más bien su cuerpo que está en frente de él, pero sin poder tocarlo, no quiere aprovecharse de Sarah en medio de su inconsciencia, aunque es tan difícil para él evitar querer tocar su tersa y suave piel blanca como la nieve y solo se permite concentrarse en su cara, tratando de controlarse. Esos labios rojizos causados por el frío de la noche, esas pestañas medianas al estado natural, sus mejillas coloradas junto con sus hoyuelos, tenían a Joshua en un estado nunca ideado por él; ese sentimiento era nuevo, jamás había estado así con una persona, sin siquiera hablarle y estar desesperado por probar sus labios; ¡la Besaré!, pensó, y estaba determinado en hacerlo. Cada vez que él aproximaba su boca cerca de Sarah, su respiración caliente hacía notarse más y más… Poco a poco se movía Joshua al buscar esos labios tan tiernos que deseaba probar con locura. Se detuvo por un momento y la observo por un tiempo indefinido... ¿Qué esperas?, ¡hazlo!, pensó otra vez, suplicándose así mismo besarla. Y de un momento a otro, poco a poco se abrieron los ojos de Sarah; ¡perdí mi oportunidad!, pensó Joshua. Un segundo después, Sarah se sorprendió al ver aquella situación y gritó:

— ¡¡Cuidado!!

— ¡¿Qué?! —preguntó Joshua bastante asombrado. Al voltear, vio a uno de sus mejores amigos intentando asesinarlo a sus espaldas.

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